¿Y si el prefijo neuro- se ha convertido en prefijo vacío? ¿Y si solo es una estrategia de marketing?
Hoy vamos a hablar de la neuroeducación, la cual se define como una disciplina que promueve la integración entre las ciencias de la educación y la neurología con la finalidad de mejorar los métodos de enseñanza y los programas educativos. Para ello usarían disciplinas como la psicología, la neurociencia, la propia educación y la ciencia cognitiva. Todo esto se basa en la plasticidad del cerebro y cómo lo podemos moldear con un aprendizaje continuo.
Desde el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) plantean que la neuroeducación podría aportar una serie de beneficios a la educación como identificar la emoción que se esta sintiendo para no responder impulsivamente ante la misma (gestión de las emociones) e identificar causas neurológicas de fracaso escolar como la dislexia o trastornos del aprendizaje. La idea final es desarrollar una aprendizaje que tenga en cuenta cómo pensamos, cómo sentimos y cómo actuamos. Pero no sólo el ISEP nos habla de las ventajas que tendría el establecimiento de la neuroeducación en nuestros centros; sino que Dr. Francisco Mora, uno de los mayores divulgadores sobre la relación entre el cerebro y el aprendizaje, dice que “no se puede aprender sin que el tema a tratar sea emocionante”. De tal forma que la emoción y la curiosidad serían pilares centrales para aprender, memorizar y adquirir conocimiento. De hecho, aquí os dejo un vídeo donde habla un poco más sobre el tema.
Pero todo esto es lo positivo, las ventajas que diferentes fuentes refieren a la neuroeducación. ¿Cuál es el lado negativo de la misma? No he podido encontrar opiniones negativas sobre la neuroeducación; por lo que voy a integrar mi punto de vista. Creo que el uso del prefijo neuro- en este caso sí que es un prefijo vacío, pues en la educación ya se tienen en cuenta estos factores neurológicos para desarrollar la misma. El profesor intenta hacer llamativo un temario que no lo es o quizás no necesita hacerlo llamativo porque lo tenemos que estudiar igual, e incluso, aunque no lo hagan llamativo o emocionante, habrá alumnos que lo perciban emocionante y otros que no, simplemente por las diferencias en gustos. A mí siempre me resultaron emocionantes las matemáticas, cómo todo cuadraba perfectamente; mientras que tenía compañeros que no las tragaban. ¿La neuroeducación hubiese ayudado? No creo que teniendo en cuenta las emociones podrían haber ayudado a hacer más atractivas las integrales o las derivadas.
Sin embargo, sí que creo que la neuroeducación podría ayudar a detectar y ayudar a los alumnos que presentan trastornos del aprendizaje. Entender el problema podría ayudar a hacer más sencillo cómo aprenden determinados conceptos estos alumnos.
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